A principios del siglo XXI, el "turismo de la muerte" se ha convertido en un negocio que mueve millones. (...) El Holocausto es ya, para bien o para mal, un "producto de consumo". Cuando viajamos a Ámsterdam "consumimos" el Holocausto que se nos ofrece en la casa de Ana Frank y cuando visitamos Polonia, "consumimos" el Holocausto que se ofrece en el Museo Estatal de Auschwitz. (...) Es un "Auschwitz imaginado" más que el lugar histórico, el que ha emergido como sinónimo del Holocausto. El Auschwitz fílmico que aparece, por ejemplo, en películas como La decisión de Sophie, es un Auschwitz unificado y mítico construido a partir de sus diferentes elementos y de sus diversos periodos cronológicos. (...) A principios del siglo XXi, Auschwitz se ha convertido tanto en un lugar de peregrinaje como en un lugar de turismo de masas. La experiencia turística comienza en la puerta con el célebre rótulo: "Arbeit macht frei", y finaliza en el crematorio. Se trata, sin embargo, de un tour manipulado que afirma ser auténtico y que, sin embargo, debe mucho al símbolo construido de Auschwitz. Ese Auschwitz simbólico es una mezcla de la puerta de entrada a Auschwitz I anterior a 1942, y las cámaras de gas post 1942 de Auschwitz II. En el "parque temático" construido para turistas, los dos Auschwitz se han fusionado para mejorar la experiencia de los visitantes.
(...) Al pasear por el "Auschwitz turístico" no vemos un pasado cuidado para el presente. No experimentamos el pasado como era, sino un pasado que ha sido recreado cuidadosamente para nuestra visión. El resultado es que, cuanto más grande es la manipulación, más grande es el efecto. Mientras nos alejemos de la preservación estricta, nos acercamos al entretenimientos más puro y posteriormente, al terreno de la imaginación. Sin quererlo, ingresamos en un "parque temático del Holocausto", más que a un campo de concentración del Holocausto.
El Holocausto y la cultura de masas,Álvaro Lozano, Ed. Melusina, 2010.